domingo, 7 de marzo de 2021

El 8 de marzo una ocasión para repensar ...



Las mujeres siguen conquistando derechos, pero estas conquistas no son del mismo modo en todos los sectores sociales, ni en todas partes del mundo.

 Porque el género es una relación social de poder que se amalgama con otros condicionamientos socioculturales, políticos y económicos, con efectos que son tanto materiales como simbólicos: constituye nuestras ideas y modos de ser, y también nuestras experiencias y oportunidades de vida.

 Estas premisas configuran, desde nuestra niñez, prejuicios, prácticas discriminatorias y estereotipos de género como mandatos acerca de cómo debemos y podemos vivir y desear. 

La desigualdad atraviesa así, de manera compleja e incluso a veces imperceptiblemente, la vida cotidiana de las comunidades, las familias y los jardines, y se acrecienta cuando se trata de niñas, de mujeres ancianas, mujeres migrantes o mujeres indígenas.

 En contraste con un mandato biologicista, binario y excluyente, que prefigura y naturaliza una única forma de ser como mujeres, esta fecha pone de relieve que se trata de una categoría social y política cuyo contenido no está exento de luchas y negociaciones acerca de quiénes somos y cómo nos significamos, qué deseamos y cómo podemos vivir las mujeres, los hombres y cualquier identificación sexo-genérica posible.

 El 8 de marzo se presenta una vez más como ocasión para repensar los jardines de infantes en sus múltiples intersticios: desde la manera en que concebimos el propio lugar docente y organizamos la enseñanza, las relaciones que establecemos con los grupos familiares (cómo pensamos la maternidad y paternidad y la distribución de tareas dentro de las familias) hasta las decisiones sobre las propuestas didácticas y los modos en que intervenimos en relación con las interacciones y dinámicas grupales.

 Construir escuelas más justas en términos de la igualdad de género, es un trabajo cotidiano, paciente, atento a los detalles y sostenido en el tiempo, en el que las y los docentes tenemos la responsabilidad de poner en cuestión nuestro sentido común y nuestras prácticas. Para ello, los espacios compartidos entre colegas resultan indispensables de modo que las otras miradas permitan interrogar y enriquecer la propia. Sin duda, esta fecha se vuelve una ocasión para profundizar la perspectiva de género en la búsqueda por desnaturalizar, con niñas y niños, los sentidos tradicionales de la feminidad y masculinidad, dentro y fuera del jardín, y su íntima relación con la legitimación de las desigualdades, poniendo de relieve sus propias voces.

 Las iniciativas pedagógicas en torno a estas temáticas, antes que prescribir formas correctas y deseables de comportamiento –sea cual fueren–, son una valiosa oportunidad para cuestionar las formas establecidas e instalar la pregunta por la justicia respecto de estas construcciones. 

Se trata de continuar imaginando y fortaleciendo un modo de hacer escuela que promueva experiencias de vida más igualitarias para las niñas y los niños en tanto condición necesaria para garantizar la defensa plena de los Derechos Humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario